Importancia de la viola
La viola es conocida actualmente como un instrumento de
cuerda frotada algo mayor que el violín; sin embargo, con este nombre se
conocía en la Edad Media a todo cordófono de arco de varias piezas y fue esta
la primera denominación utilizada para definir a los instrumentos de cuerda
frotada, tanto de brazo como de pierna.
Durante el renacimiento, la familia de la viola original se
dividió en dos ramas: la viola da braccio y la viola da gamba. Las violas de
brazo quedaron relegadas a las tabernas, en donde tocaban músicas populares;
mientras que las violas da gamba eran exclusivas de las cortes más refinadas.
Este instrumento acabó cayendo en desuso y el violín fue sustituyéndolo por su
brillantez. Los compositores preferían dicho instrumento por su amplitud sonora
y la agilidad en vez de la delicadeza de las violas da gamba.
En el barroco, el violín cobró la máxima importancia. La
viola le gana en calidez y resonancia, y es casi tan manejable y ágil como el
violín.
El papel de la viola es fundamental en la orquesta ya que da
profundidad y apoyo a la armonía, la hace rica y aterciopelada. No debemos
olvidar tampoco la gran variedad de obras compuestas para la viola solista o
las sonatas para viola acompañada.
La viola tiene una reputación menor dentro de la cuerda pero
se trata de un prejuicio arrastrado desde los orígenes de la orquesta moderna
(siglo XIX), cuando era asumida por violinistas en decadencia.
La viola posee un notable poder expresivo. De acento más
bien suave, recogido y algo melancólico, se presta más a pasajes de poco
movimiento que excesivamente rápidos. Entre las obras orquestales que tiene
asignada partes importantes figuran la Sinfonía concertante de Mozart y el
poema sinfónico de Richard Strauss Don Quijote, ambas con carácter solista.